Liderar es el ejemplo
Y también es embarrarla
Hay semanas en las que uno avanza porque quiere.
Y hay semanas en las que avanza porque la realidad lo estampa contra la pared.
Esta fue de esas últimas.
Y entendí algo que, aunque suena obvio, solo te cae en serio cuando lo vives: liderar un equipo es dar ejemplo. No discursos, no Powerpoints. Ejemplo.
Dar ejemplo es mostrar cómo se aprende algo que no sabías hacer. Es enseñar cómo te equivocas, cómo corriges, y cómo vuelves a intentarlo sin esconder el proceso.
El músculo que odiaba
Hablarle a una cámara nunca ha sido lo mío.
De hecho, me incomoda que me confundan con un influencer. Yo soy emprendedor. Builder. Lo mío es crear, ejecutar, estructurar cosas desde cero. No posar.
Pero aun así decidí practicar. Empujar el músculo. Grabar. Borrar. Grabar otra vez. Hacerlo incómodo hasta que deje de doler.
Y aquí viene lo sorprendente:
En tres semanas, la respuesta ha sido absurda.
Miles de mensajes.
Gente hambrienta de entender cómo se emprende.
Cómo se recluta.
Cómo se lidera.
Cómo se piensa una compañía desde adentro.
Vivo rodeado de emprendedores top. Operamos como manada. Y por eso a veces se me olvida que lo que para mí es cotidiano, para muchos es un mapa que nunca han visto.
Me acordé de quién he sido siempre
Yo he sido educador toda la vida.
Con Makers entrenamos a más de 650 emprendedores desde los 22 o 23 años. Yo daba clases de estrategia, mindset, reclutamiento, liderazgo… de todo lo necesario para que un equipo funcione.
Siempre me han dolido las personas.
Pero de esa manera bonita: cuando alguien trabaja conmigo, quiero que crezca. Que se desarrolle. Que avance. Si para eso se tiene que ir, que se vaya. El desarrollo viene primero.
Por eso este contenido corto, aparentemente simple, me está acomodando naturalmente: es volver a enseñar, pero a escala.
Y la gente lo agradece tanto que ya hasta le estoy cogiendo cariño a algo que antes odiaba.
Tomárselo en serio (porque así se construye)
Si hago algo, lo hago bien.
Por eso compré cámaras reales, micrófonos de estudio (el mismo que usan en Tiny Desk), luces, todo el equipo necesario para producir contenido de verdad.
Porque si voy a desarrollar un capability nuevo, lo voy a desarrollar con disciplina. Y eso se nota.
El equipo lo ve.
La cultura lo siente.
Aprender en público también es liderar.
La gente crack que está apareciendo
Aquí viene una parte que me emociona de verdad.
Hay una pollita que se llama Daniela.
Ella empezó haciendo automatizaciones, pero tiene un talento que va mucho más allá.
Ya está armando una audiencia fuerte en redes.
Ya está mostrando señales de liderazgo.
Y mi objetivo con ella no es que sea “la que automatiza cosas”.
Quiero que sea una emprendedora top.
Quiero que cree producto.
Quiero que entienda negocio.
Quiero que maneje una organización.
Quiero que aprenda a construir como construimos nosotros, a punta de hacer y equivocarse.
Y tengo dos duras más que también quiero que se vuelvan públicas. Las estoy empujando, porque lo que estamos montando tiene un potencial enorme.
La meta del próximo año
Un millón de seguidores.
No por el número.
Por el impacto.
Queremos que 30X llegue lejos.
Queremos que Makers siga desarrollando talento.
Queremos que Next crezca.
Queremos transformar la región.
Y para eso necesitamos audiencia. Es así de simple.
La embarrada de esta semana
Y ahora sí, la parte incómoda.
Esta semana cometí una cagada. Y fea.
La marca 30X está mal ejecutada. Feíta. Mediocre. Y eso es culpa mía, porque he permitido que la velocidad le pase por encima a la calidad visual.
Una página web que da pena.
Piezas que no representan lo que hacemos.
Incoherencias por todos lados.
El detonante: vi una pieza en la que cortaron el logo y pusieron un fondo azul que no tenía nada que ver con nada.
Y exploté.
Shocking Rules
Hay una técnica de cultura que uso en estos casos: shocking rules. Son reglas tan chocantes que nadie las olvida.
Lancé una:
a partir de ahora, cualquier pieza que salga off-brand, mal hecha, sin aprobación de Miranda, tiene multa de mil dólares.
La regla estaba bien.
El lenguaje no.
Se me fueron varias groserías que no aportaban absolutamente nada. Seguramente alguien se sintió atacado. Me lo hicieron saber indirectamente.
Y tuve que mirarme al espejo.
Porque cuando yo exploto, no es rabia. Es miedo.
Miedo a una marca mediocre.
Miedo a un equipo mediocre.
Miedo a un producto que no represente quiénes somos.
Miedo a que la cultura se dañe desde lo visual.
Ese miedo se disfraza de rabia. Y ahí es donde uno se equivoca.
Y, peor aún, existe un riesgo real: que un día salga un pantallazo fuera de contexto y terminen funados todos.
Así que corregí. Hablé con mis socios. Ajusté. Aprendí.
Ese es el proceso.
Lo que estamos construyendo
30X es un proyecto serio. Queremos que sea la mejor educación ejecutiva de Hispanoamérica.
Ya vamos a comprar el dominio .com porque si uno es premium, actúa como premium.
Y aquí quiero mostrarles todo lo que estamos haciendo: a quién recluto, cómo llega, cómo piensa el equipo, cuáles cagadas me echo, qué estamos arreglando, qué estamos aprendiendo.
Quiero que este espacio sea transparente. Uno que sea útil y humano.
Voy a crear contenido más largo. Voy a incluir videítos para que escuchen el tono y la emoción detrás de lo que digo. Quiero que esto sea una conversación, no un discurso.
Y lo hago con mucho amor y con más riesgo, porque voy más transparente.
Pero también con más impacto.
Andrés Bilbao

Top, una pregunta esas reglas como la que pones en ejemplo de los 1000 dólares, ¿como haces para que no se conviertan en un problema interno?, yo lo he probado y comienzan las renuncias, quejas con Recursos Humanos, se mandan la responsabilidad entre ellos y pues es no sé cómo has logrado que de un impacto positivo
Interesante, pero me queda una duda: estas “shocking rules” funcionan bien en equipos chiquitos, donde todos están cerca del founder… pero ¿qué pasa cuando la empresa crece?
Una regla que hoy es divertida para 10 personas puede volverse medio tóxica para 50.
Y a veces “nadie renuncia” no significa que la regla funcionó, sino que la gente se adapta por lealtad, no por convicción.
Al final la pregunta no es si la regla es shocking, sino qué problema cultural resuleve y qué señal manda hacia adentro.
Si la cultura no está súper clara, estas reglas se vuelven como micro-autoritarismo disfrazado de humor. No sé, ¿crees que seguirían funcionando fuera de esa etapa más “tribal” inicial? O en negocios menos start up style and mas tradicionales?